Amigo lector: este blog
por su humildad y por no tener ni periodistas contratados, ni escribas
interesados, sino laburantes como cualquiera, no se mueve mucho, como sería
deseable. Pero viendo las
informaciones de estos días,
en especial del alcalde de la ciudad de Buenos Aires, CABA, -antes la llamábamos
Capital Federal, como debería ser- , resulta que este ingeniero Macri,
precandidato a presidente y su ministro de Educación,Bulrich, (mejor sería apenas
secretario), son partidarios que en el ciclo secundario, se eliminen las
materias Historia y Geografía en el 4º y 5º años. Un disparate, salvo que estén
pensando estos neoliberales, que si a los chicos se les enseña esas materias en
los dos años finales de la secundaria, al entrar a la universidad, van a estar
mejor
preparados para pensar y militar. Siguen el consejo aquel de "no avives
giles que se vuelven contra"...luego así volveríamos a los viejos tiempos
en donde la política, estaba reservada a "los doctores" y hacían lo que querían para
el interés de las minorías adineradas y sus socios de los centros
imperiales.
Por eso es que,
habiendo visto este jugoso comentario de Enrique Manson que nos enviaron, lo
levantamos para compartirlo con
Uds.
"El gobierno más autoritario"..
En la reciente publicación de mi libro de resumen de nuestro pasado, "Te la hago corta", me permití una especie de travesura: hacer una dedicatoria “a algún intendente que supone que hay que eliminar la enseñanza de la Historia de los colegios”.
Semanas
después, el alcalde de Buenos Aires demostraba por televisión que tal medida se
basaba en su convicción de que el conocimiento histórico es inútil. Al ver a
Mauricio Macri en la pantalla diciendo que el actual es el gobierno más
autoritario de los últimos 50 años, muchos se preguntaron si la clasificación
incluía a las dictaduras de Onganía a Lanusse y de Videla a Bignone. Es posible
que no las recordara. O, tal vez, no las consideró por su carácter no
constitucional.
Sin embargo, resulta difícil considerar el más autoritario al gobierno que, decepcionó a los que esperaban un festival de vetos –sólo hubo dos- contra las leyes sancionadas en el bienio en que hubo mayoría opositora en el Congreso. Tampoco suena autoritario el haber puesto en vigencia la despenalización de calumnias e injurias para expresiones de interés público, en septiembre de 2009. Ni han existido sanciones legales o represiones físicas a los que han manifestado una y otra vez, cacerola en ristre, profiriendo insultos de grueso calibre, aunque pobre creatividad, a la presidenta despótica. Tal vez el respeto que Macri guarda por la Constitución lo llevó a comparar el gobierno que padecemos con otros tan condescendientes como el de Fernando De la Rúa, que a siete días de asumir terminaba con la vida de dos manifestantes en la represión del puente General Belgrano entre Chaco y Corrientes, el de Eduardo Duhalde, que renunció a sus expectativas presidenciales por otros dos muertos en Avellaneda, o tal vez el del presidente que llegó de los faldeos andinos y -piensan malpensados como el que esto escribe- no vaciló en volar una fábrica de municiones –con siete víctimas fatales- para ocultar pruebas de negociados.
Sin embargo, resulta difícil considerar el más autoritario al gobierno que, decepcionó a los que esperaban un festival de vetos –sólo hubo dos- contra las leyes sancionadas en el bienio en que hubo mayoría opositora en el Congreso. Tampoco suena autoritario el haber puesto en vigencia la despenalización de calumnias e injurias para expresiones de interés público, en septiembre de 2009. Ni han existido sanciones legales o represiones físicas a los que han manifestado una y otra vez, cacerola en ristre, profiriendo insultos de grueso calibre, aunque pobre creatividad, a la presidenta despótica. Tal vez el respeto que Macri guarda por la Constitución lo llevó a comparar el gobierno que padecemos con otros tan condescendientes como el de Fernando De la Rúa, que a siete días de asumir terminaba con la vida de dos manifestantes en la represión del puente General Belgrano entre Chaco y Corrientes, el de Eduardo Duhalde, que renunció a sus expectativas presidenciales por otros dos muertos en Avellaneda, o tal vez el del presidente que llegó de los faldeos andinos y -piensan malpensados como el que esto escribe- no vaciló en volar una fábrica de municiones –con siete víctimas fatales- para ocultar pruebas de negociados.