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lunes, 2 de noviembre de 2009

DEFENDEMOS LA LEY QUE RECUPERÓ
EL DERECHO A LA COMUNICACIÓN

Recuperar la palabra es volver a tener creatividad, porque la palabra genera libertad y expresa las ideas.
La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, le ha devuelto al pueblo argentino la palabra al establecer que la Comunicación Social es un derecho humano esencial. La nueva ley dejó atrás el marco legal que sirvió al afán de lucro, al pensamiento dictatorial del neoliberalismo y a los años del genocidio. Pasamos de aquella “libertad de presión” a la genuina libertad de expresión.
La nueva Ley establece la participación comunitaria, académica, universitaria, de organizaciones populares, cooperativas, mutuales, de los pueblos originarios y de aquellas dedicadas al bien común. Una ley que fortalece la democracia, el federalismo y que fue votada en el Congreso por mayorías contundentes.
Se trata de una Ley en cuya redacción participaron más de 20.000 personas –en múltiples foros en todas las provincias– con participación de organizaciones populares y universidades. Un anteproyecto que recogió los 21 puntos de la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Un proyecto que se debatió en comisiones con las entidades del sector sin limitaciones, incorporando 101 modificaciones. Sin embargo se insiste con que es una “ley mordaza”.
“Ley mordaza”: Una definición temeraria que, parafraseando a Jauretche, se convierte en una nueva zoncera argentina. La blanden personeros de la mediocracia frívola de la pantalla, sesudos defensores del pensamiento externo, eurocentrista e imperialista y sectores que, por omisión o ingenuidad, resultan funcionales a ese discurso. A ellos les duele la ley, porque están en la vereda de enfrente del pensamiento nacional, de la identidad como país, y de la pertenencia latinoamericana.
Ahora tienen un nuevo escenario para denostar: La Asamblea Anual de la Sociedad Interamericana de Prensa que se desarrolla en Buenos Aires, un hecho anual que expresa a uno de los sectores que más han batallado detrás de la supuesta defensa de la libertad de expresión, en contra de las democracias latinoamericanas. Esta institución representa el dominio hegemónico de los monopolios comunicacionales que son la herramienta política de los intereses económicos concentrados –nacionales e internacionales– y no aceptan ningún proyecto nacional, popular y latinoamericano.
La SIP viene a intervenir en nuestra soberanía nacional e intenta constituirse en vocero del poder oligopólico de los medios, en contra de una Ley votada por los mecanismos constitucionales de nuestro pueblo. Los argentinos no aceptamos intromisiones de terceros que vienen a respaldar el discurso único de los intereses financieros globalizadores.
La SIP viene a respaldar a las grandes empresas de medios que instalan, reproducen y convierten en hegemónicos el discurso que resulta funcional a las necesidades políticas de los sectores dominantes en la Argentina. El mismo modelo que desindustrializó, extranjerizó, concentró y reprimarizó la estructura económica del país.
Nosotros, en cambio, luchamos para que la comunicación y la información sean pensados como un derecho y como una herramienta de cambio, en el marco de un modelo social más justo, solidario y soberano.
Tenemos mucho camino por delante. Si bien la ley es una herramienta para lograr la desconcentración monopólica, el verdadero desafío político, social y cultural es que dejen de ser hegemónicos. Tenemos que hacer visible lo que hoy nos ocultan tras los muros del mercado y la ideología dominante: las problemáticas sociales, los mecanismos ideológicos y económicos de dominación y dependencia.
Nuestra Presidenta ha tomado una decisión; el Parlamento y el pueblo, a través de sus organizaciones libres, la han acompañado. Una Argentina de pie enfrentó la presión de las nuevas herramientas de la desestabilización institucional latinoamericana, como son los medios de comunicación en manos de una treintena de anunciantes de cadenas internacionales.
Antes fueron usadas las Fuerzas Armadas. Ahora usan los medios de comunicación, siempre intentando limitar la expresión auténtica de los pueblos y avasallar la democracia.
Nosotros defendemos el derecho a la comunicación. Un derecho de todos los argentinos, sin distinción, aún de los que no piensan como nosotros. Sin candados ni mordazas, sin mentiras ni confabulaciones, sin sesgos interesados ni complicidades. Defendemos una ley que nos llevará a la soberanía nacional, la justicia social y la integración latinoamericana.